Como ya te estarás imaginando la columna de hoy tiene que ver con los envases, esos que contienen al líquido y le dan forma. Estos con sus propiedades como volumen, inercia, y estética, a veces ayudan al vino a conquistarnos y otras no tanto, pero lo cierto es que hay ventajas, desventajas y pre-conceptos que rodean a estos cuerpos.
En la antigüedad el vino filtrado se conservaba en ánforas de barro pero luego en los franceses (aunque los primeros que las usaron fueron los celtas) descubrieron que trasladar y conservar vino en barricas de madera era más seguro y eficiente. Pero hasta ahí el vino se vendía a granel. Tuvieron que llegar dos avances tecnológicos fundamentales para que se pueda vendar el vino en pequeños volúmenes y conservarlo una vez comprado: la botella y el corcho. Al principio la botellas se vendía sin etiqueta, simplemente con algunas anotaciones a mano hasta que llegó un nuevo adelanto como fue la imprenta que permitió hacer las etiquetas.
En el siglo pasado también aparecieron innovaciones para envasar vino pero no todas han sido bien aceptadas, o por lo menos, no han sido rápidamente incorporadas a la cultura popular, y así se empezaron a generar mitos en cuanto a ellas. De eso es la nota de hoy, del envase, el cuerpo que le falta a los líquidos.
#1 Botella de vidrio: Como ya te conté es el envase tradicional, místico, eficiente, inerte y más elegante. Se puede conseguir de varios volúmenes, aunque el más difundido es el de 750 ml. Su principal contra es que deja pasar la luz por lo cual luego de embotellado el vino hay que tener ciertos cuidados para preservar sus cualidades. Pero además este envase tiene distintos «cierres» que han ido cambiando con el tiempo. El original es el corcho natural, que permite una muy lenta evolución de los vinos porque deja pasar aire. Luego apareció el tapón sintético, una solución plástica ante la falta de corchos y su alto precio. Pero más acá en el tiempo llegó la discutida «tapa a rosca» que a algunos les da desconfianza. Pero resulta que los dos últimos cierres no permiten el traspaso de aire, digamos que es un anti-envejecimiento de los vinos jóvenes. Entonces la famosa discusión si es mejor tapón, tapa de metal o corcho depende…¿de qué? del vino embotellado y el uso que se le dará.
#2 Damajuana: Otro antiquísimo envase para vino que tiene una gran ventaja: reducción de costos para la bodega y amigable al bolsillo del consumidor. El volumen de 1 damajuana equivale a 6 botellas. Son etiquetas, corchos, caja, cápsulas y trabajo de ahorro. Pero como nada es perfecto, tiene algunos inconvenientes a saltar: el primero es la heterogeneidad del vino que las distintas bodegas suelen meter allí dentro. No hay una standarización que guíe al consumidor al momento de comprar, puede ser muy bueno, como muy malo, lo que ha derivado en «mala fama». Pero desde el punto de vista pragmático, tal vez, el mayor inconveniente sea que es mucho vino, y si uno no toma ni tanto ni tan rápido, se terminará picando.
#3 Tetrabrik: Un envase con mucha tecnología aplicada, excelente para la conservación de alimentos. Surgió allá por la década del 60 del siglo pasado como un envase de varias capas muy finas de distintos materiales que evitan la oxidación, es inerte, no tiene intercambio de aire, lo que asegura el mantenimiento de los productos. Sin embargo…carece de toda elegancia, y es por ello que se suelen envasar los vinos de más baja gama. Es un envase muy utilizado en la industria de los lácteos y de los vinos. Aunque usted no lo crea casi la mitad de los vinos argentinos se envasan en el famoso «tetra», y muchos de ellos se exportan.
#4 Bag in box: Es uno de los más novedosos envases para vinos y con ventajas superadoras que de a poco se va abriendo camino entre los consumidores más jóvenes. Todavía se lo confunde con el «tetra» del cual le derrama cierta mala reputación aunque el sistema es completamente diferente. En general, es una bolsa de 3 litros con un pico vertedor que se encuentra en el interior de una caja de cartón. Es muy práctico para trasladar, y tiene la gran ventaja de que la bolsa se contrae a medida que se descarga vino por lo cual no queda aire y el vino en su interior no se «pica». Gran solución al problema de la damajuana. Además al estar en una caja no se foto-oxida. Segunda ventaja. Como cada caja equivale a 4 botellas por lo cual también se consigue un ahorro importante tanto para la bodega como para el comprador. En cuanto a la calidad de vino envasado te digo que suele ser un joven de gama media. Para que te des una idea un vino que en botella esta en el rango de los 70 a 100 pesos. Solo le queda un inconveniente que es el tema de la «elegancia», y a no ser que sea un asado familiar no es un envase que se lleve muy bien con la mesa.
¿Existen más cuerpos? Si. Que yo sepa existen damajuanas plásticas, latas de aluminio (como las de cerveza) y copas plásticas con tapa de aluminio (parecidas a la de los postres lácteos).
Sobre gustos no hay nada escrito. Cada uno elige el zapato que mejor le calce.
Feliz fin de semana, Salud!
Fran