Aunque pareciera que una etiqueta no es difícil de leer, o mejor dicho de entender, sí tiene muchísima información que no resulta tan obvia, especialmente la que es de índole legal. Pero obviamente las etiquetas también tienen finalidades comerciales para atraer al prospecto o posible consumidor.
El motivo de la columna de hoy es empezar a desentrañar esos aspectos que a veces no son tan conocidos y que tienen implicancias legales o enológicas y que el INV (Instituto nacional de Vitivinicultura) los pide a veces de manera obligatoria y otras opcional. Etiquetas parte 1. Espero que lo disfrutes y algo nuevo leas.
Las etiquetas cuentan con muchísima información que a veces se nos pasa por alto, pero lo cierto es que si nos adentramos en cada item encontraremos un mundo. Acá van solo algunos ejemplos.
Varietal: La inscripción de la variedad es opcional aunque sea tan popular encontrarla en la etiqueta. Pero aunque sea opcional prácticamente no existe etiqueta argentina que no tenga inscripta la variedad porque nuestro modelo vitivinícola está basado en las variedades y sus características distintivas. Los países adoptantes de este modelo se los conoce como los del «nuevo mundo de la vitivinicultura» (Argentina, Chile, EEUU, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica). Pero para los europeos la variedad es superflua y generalmente no figura en las etiquetas, ya que para ellos es más importante la región de la cual fue obtenido el vino.
Pero queda flotando algo…por qué los países del nuevo mundo se basaron en las variedades. Básicamente porque cada una tiene un carácter diferente, colores, astringencia, gama aromática, pero además todas tienen sus propios secretos desde el punto de vista agronómico. Algunas son más vigorosas, otras se pudren más fácil, unas dan más uva que otras, otras se adaptan mejor a una región que a otra, etc. Pero tal vez lo mas importante de utilizar la variedad en la etiqueta es que cada país del nuevo mundo se pudo posicionar con un varietal diferente y por otro lado desmarcarse de los grandes productores y vendedores de vino, los europeos.
Pero en este item hay un concepto legal. La ley dice que para que un vino pueda denominarse varietal tiene que tener un mínimo del 85 % de esa uva, es decir, puede tener un 15 % de otra que no es necesario declarar en la etiqueta. Así que cuando dice Malbec en la etiqueta, no siempre es toda la misma uva, es más le digo que muchas veces es un recurso para los enólogos que tienen una chance de equilibrar sus vinos con otras variedades según lo que deseen obtener.
En nuestra legislación es obligatorio que diga «vino» y el «color» (blanco, tinto o rojo, rosado). La variedad es opcional.
Aditivos: Esto es obligatorio. El aditivo más común en el vino es el azufre en forma de anhídrido sulfuroso que es el antiséptico del vino. Esto es obligatorio porque este compuesto puede ser irritante para algunas personas por lo cual quedan advertidas con la inscripción «contiene sulfitos» que suele encontrarse en la contraetiqueta.
Volumen: También es obligatorio, y se puede expresar en litros, mililitros o centilitros. Lo más común es expresar el volumen de una botella como 750 ml, pero hay quienes pueden llegar a poner 75 cl o 0.75 litro.
¿Varietal – Reserva? ¿Que es eso? Esta es una confusión más que común. La lógica diría que varietal es de una variedad como dijimos anteriormente, no? Si es así. Pero cuando aparece el término reserva o gran reserva para clasificar los vinos que tienen paso por barrica de roble, quedó también como «varietal» la denominación a los vinos que no tienen paso por madera. Pero a ver que dice la ley…que los vinos reservas se tienen que hacer con más uva por litro de vino (135 kg cada 100 litros de vino) y que al menos tienen que pasar 1 año en barrica de roble. Lo que no dice es si tiene que ser barrica nueva o vieja. Hecha la ley, hecha la trampa. Incluso la ley dice que si se hacen cortes de vino, todos los que participen tienen que tener ese tiempo de guarda en roble, la realidad es que a muchos «reservas» se los corta con vinos «varietales» para «suavizarlos».
Si quiere meterle más ruido a este tema también existen los vinos «robles», los de «paso por madera», los de «madera alternativa». Es un tema que se lo dejo para otra columna.
Añada: Si bien este es un tema muy europeo, y de relativamente poca importancia por nuestros pagos, lo cierto es que es un dato no obligatorio en la Argentina. Pero si se coloca en la etiqueta tiene que ser al menos un 85 % del volumen del año declarado, es resto puede ser de otra añada. Esta es otra herramienta enológica interesante para darle «complejidad a los vinos» o «rejuvencer» a otros.
Ya se nos va el tiempo, pero le cuento que los otros datos obligatorios son: país de origen, contenido de alcohol, tipo de bodega (especialmente si es artesanal o casero, en el caso de industrial no es necesario consignarlo). Otro dato optativo que se suele consignar es si el vino es filtrado o no. Si el vino es orgánico o biodinámico es obligatorio tener las certificaciones al día y los logos de las certificadoras suelen aparecer en la contraetiqueta. Por supuesto que la etiqueta tiene partes dedicada a la logística y comercialización como código de barras, lote, n° de bodega, etc.
Pero el resto de los aromas y cuestiones que encuentra por ahí, es la parte romántica o comercial. Que lo hablamos en otra columna.
Nota al margen: se acuerda del chablis y el borgoña. Se dio cuenta que ya no figuran. Es que hay un código de lealtad comercial al cual Argentina aplicó por el cual no se pueden utilizar denominaciones de origen de otros paises. Si lee entrelineas Chablis y Borgoña no son variedades de uvas. Por eso es que no se puede utiliza más. Lo mismo pasa con el Champagne. Chablis, Borgoña y Champagne son denominaciones de origen de Francia.
Se la sigo la próximas semana. Salud!
Fran
Francisco Gonzalez Antivilo [Ing. Agrónomo – Técnico enólogo] – Mendoza, Argentina.