Es una idea generalizada que las heladas más dañinas son las que ocurren en la primavera, luego de la brotación de la vid. Es verdad que estas heladas pueden causar graves pérdidas de producción en la temporada en curso. Pero también hay que reconocer que cuando los daños se dan a nivel de planta, en sus tejidos permanentes, se afecta la sustentabilidad del viñedo y la producción por más de una temporada. Esta nota se trata de las subestimadas y mal evaluadas heladas invernales en nuestros viñedos.
Si bien la planta de vid es originaria de zonas templadas (con 4 estaciones bien marcadas) y tiene diferentes mecanismos fisico-químicos para protegerse de los momentos más desfavorables el año, no siempre puede resistir los desafíos que le propone el ambiente. En otoño, invierno, e incluso en los primeros días de la primavera, heladas de distinta magnitud pueden afectar los tejidos permanentes de la vid, especialmente en plantaciones jóvenes (en general con menos de 3 «verdes» en campo).
Entre los tejidos permanentes más sensibles de la planta de vid se encuentra el floema. Este es un tejido conductor de azúcares (la energía de las células) que tiene un rol fundamental en la salida de la dormición y brotación. Esto se debe a que la vid pierde las hojas en el otoño y todo la energía «inicial» proviene de lo que la planta acumuló en el ciclo anterior. Al momento de brotar la planta necesita que su floema esté sano para transportar esta energía a las yemas y así brotar. Cuando este tejido se daña en el invierno la planta manifiesta el varieté de síntomas que se pueden observar en el campo recién luego de la época de brotación. Ojo! Antes no se ve nada extraño a simple vista.
Tal vez surja la pregunta: ¿estos daños son comunes en un viñedo de Argentina? La respuesta sería que depende del año, de la zona, o incluso del cuartel de una propiedad. La mayoría de los años detecto cierta superficie afectada, pero en el 2019 las heladas invernales han «pegado fuerte». He visto viñedos con hasta 50 % de plantas afectadas en este año. Estos síntomas se ven especialmente en Mendoza, lo que no excluye de estos daños a otras zonas vitivinícolas de la Argentina. Me falta seguir recorriendo viñedos para completar el panorama.
Los daños invernales suelen ocurrir en cargadores/brazos o en troncos. ¿Se pueden dañar las yemas? También, pero sería un caso extremo, ya que las yemas mientras estén cerradas pueden resistir más que el floema.
¿Cuales son los síntomas más obvios?
Los síntomas más «leves» se dan cuando ha sucedido un daño parcial en la zona alta de la planta, ya sea en brazos o cargadores, donde según la intensidad puede existir una recuperación de la planta. Tal vez, no alcance a madurar la uva pero por lo menos queda madera de poda.

Un síntoma más severo se observa cuando se daña en el tronco de la planta. Esto lleva a una escasa y débil brotación que se traduce en mayores daños productivos. En estos casos, la respuesta de la planta es producir «chupones» desde abajo de la zona de daño. La solución puede ser reformar la planta, si es que la planta es a pie franco. Una situación más compleja se da cuando la planta es injertada.
Por último, puede ocurrir que la planta muera a nivel del cuello pero no rebrote, lo que conlleva a un problema mayor ya que hay que hacer la reposición (ya sea a través del replante o amugronado).
¿Qué se puede hacer? ¿Cuales son las medidas precautorias?
- Evitar el uso de polainas durante la estación de dormición. Si bien son muy útiles durante la estación de crecimiento, durante el invierno puede disminuir la resistencia al frío de las plantas.
- Generar las condiciones de cultivo para que la planta llegue «bien agostada» al otoño. Maximizar las reservas mejoran la resistencia.
- Ser paciente. No apurar a las plantas. Evitar los crecimientos muy acelerados, especialmente si ya tenemos daños previos en la propiedad en cuestión. Evitar exceso de nitrógeno.
- Medir temperaturas a nivel de cultivo. Sin información, vamos a ciegas. Reconozco la utilidad de las casillas meteorológicas estándar, pero en este caso de microclima a nivel de cultivo su utilidad es mínima, o incluso pueden llevar a cometer errores de interpretación. Las diferencias de temperatura entre casilla y planta pueden llegar a los 5 °C (siendo menores en el cultivo). Siempre recomiendo medir durante el invierno a nivel del cuello de las plantas y a partir de que hinchan las yemas medir al nivel de los brazos o cargadores.
Luego hay más. Heladas que pueden ocurrir en las yemas abriéndose y las que directamente ocurren cuando los brotes ya están extendidos. Pero será tema de futuras notas.
Como siempre espero que esta información sea de utilidad.

Esta muy bueno
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Hola Paulo, gracias por tu comentario
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