Autores: Dr. Francisco Gonzalez Antivilo y Dra. Rosalía Paz
Durante el otoño, la planta de vid deja atrás todo el vigor y la frondosidad de su follaje y su existencia se limita a sus órganos permanentes: los brazos, tronco y raíces. El acortamiento de los días y la disminución de las temperaturas diarias disparan las señales de alerta de las plantas que indican que el invierno se avecina y desencadenan una serie de mecanismos fisiológicos necesarios para resistir al frío. No obstante, aunque a simple vista solo podemos ver yemas cerradas y troncos pelados, en lo más profundo de la planta ocurren dos procesos fisiológicos complementarios y consecutivos que son cruciales para definir la supervivencia de la planta: la dormición por un lado y la resistencia al frío por el otro. Pero, ¿no son lo mismo? No, no son lo mismo, y en esta entrada vamos a aprender a distinguirlas.

La dormición es un estado fisiológico caracterizado por la inhibición del crecimiento visible de los meristemas (tejidos responsables de la generación y cicatrización de tejidos). Esta inhibición ocurre debido a que se detiene la división celular y se reduce la actividad metabólica de las células a un mínimo basal, y puede deberse a una regulación hormonal de la planta (endodormición, inducida principalmente por ABA) o por la falta de condiciones ambientales favorables (ecodormición). Esto dos tipos de dormición son complementarios y participan en el proceso de preparación de la planta para el invierno. Sin este mecanismo adaptativo de la vid, ante una pequeña ola de calor durante el invierno las yemas brotarían fuera de estación con consecuencias catastróficas para la planta. No solamente estaría en riesgo la producción del año, sino también la supervivencia y sostenibilidad del cultivo.
Operacionalmente, la endo- y la ecodomición se pueden medir colocando sarmientos (estacas de vid con una yema) en bandejas con agua y bajo condiciones óptimas de luz y temperatura de forma tal que se propicie la brotación. De este modo, el tiempo que demora la yema en brotar es un indicador del estado de dormición de la planta. Generalmente se toman varias estacas de un lote o de una planta (según lo que se desea saber) y se registra el día en el cual el 50 % de las estacas presentaron yemas brotadas (BR50). Si la mitad de las yemas brotan en menos de 10 días, esto indicaría que las yemas ya se encuentran en estado de eco-dormición; en cambio, si la mitad de las yemas tarda más de 30 días en brotar, esto estaría indicando que se encuentran en profundo estado de dormición (endodormición). Así, la unidad de medición de la dormición es cantidad de días.

La resistencia al frio, por otro lado, es un proceso fisiológico que se desencadena en respuesta a las bajas temperaturas ambientales, fenómeno este conocido como “robustez al frío”. La descripción de este proceso amerita una nota aparte, pero resumidamente depende de una característica adaptativa de la vid que se conoce como el “super-enfriamiento de los tejidos”. Esta propiedad de la vid permite que se baje el punto de congelamiento de los tejidos de forma tal que resistan a las bajas temperaturas en una forma (para más información, ver aquí). En términos generales, independientemente del método que se utilice para estimar la resistencia al frío de los tejidos, ésta se expresa en unidades de temperatura (°C) y cuanto más baja sea la temperatura registrada, mayor será la resistencia del tejido y viceversa.

Para integrar un poco todos estos conceptos, colocamos a continuación un ejemplo real de un trabajo realizado por unos colegas en el año 2012. En el cuadro superior, podemos ver la evolución de las temperaturas diarias a lo largo del año. En el cuadro inferior, se observa la evolución de la dormición (en términos de BR50) y la resistencia al frío de las yemas (en °C). De este modo, podemos observar que el proceso de dormición se inicia hacia finales del verano y rápidamente alcanza los valores máximos de dormición hacia mediados de febrero (BR50 de alrededor de 40 días) manteniéndose en estos umbrales hasta mediados de mayo (por lo menos para esta variedad y locación). Luego, cuando el cultivo se adentra en el invierno, la dormición empieza a decrecer paulatinamente, alcanzando los valores mínimos hacia la llegada de la primavera. Contrariamente, la resistencia al frío es muy baja hacia la entrada del otoño (en este ejemplo, las yemas resisten alrededor de -8 °C), pero va aumentando progresivamente hasta alcanzar su máxima resistencia hacia finales del otoño (en este ejemplo, las yemas resisten -17 °C) y manteniéndose en estos umbrales hasta finales del invierno, a partir de donde la resistencia al frío se pierde rápidamente.
Como conclusión de esta entrada, podemos resaltar que la dormición y la resistencia al frío de la vid son dos procesos fisiológicos diferentes, complementarios y consecutivos. Mientras que la dormición máxima se alcanza rápidamente hacia finales del verano, la resistencia al frío alcanza sus valores máximos en el momento del año donde las temperaturas mínimas diarias son las más bajas pero las yemas ya se encuentran en ecodormición.
Esperamos que esta información les haya resultado útil. ¡Salud!