Winter Injury to Grapevine Secondary Phloem and Cambium Impairs Budbreak, Cambium Activity, and Yield Formation

Winter Injury to Grapevine Secondary Phloem and Cambium Impairs
Budbreak, Cambium Activity, and Yield Formation


Francisco Gonzalez Antivilo 1,2 · Rosalía Cristina Paz 3 · Jorge Tognetti 4,5 · Markus Keller 6 · Martín Cavagnaro 7 ·
Eduardo Enrique Barrio 2 · Fidel Roig Juñent 2,8,9
Received: 2 July 2019 / Accepted: 30 October 2019

Abstract
Vitis vinifera is a species of temperate origin that reactivates the dormant secondary phloem from the previous year at the resumption of growth in spring. Following harsh winters, grapevines may display a set of symptoms including delayed and heterogeneous budbreak, dieback with shoot renewal from the trunk base or sudden death of the plant. Although it was
suggested that these symptoms may be associated with freeze damage to the secondary phloem, there is no experimental evidence that quantifies tissue responses to freezing and their consequences for the plant. This work evaluated how different severities of cold damage to the secondary phloem during the dormant season impacted the anatomical, physiological, and
agronomic responses of grapevines during the subsequent growing season. Single-node cane sections were subjected to a range of freezing temperatures that damaged only the phloem, and changes in anatomy and physiology were monitored. In addition, the consequences of natural winter freezes for yield formation of field-grown plants were evaluated. Our results suggest that the more severe a freeze event is, the greater will be the degree of secondary phloem disorganization, leading to delays in budbreak and subsequent phenological stages, and in cambial activity. Winter freezes also led to a loss of plant vigor and a reduction in cluster number, berries per cluster, and fruit sugar content. We conclude that winter freeze events can produce hidden damage in grapevine perennial tissues, which may compromise subsequent growth and productivity
depending on the severity of the damage.

Keywords Vitis vinifera · Freeze damage · Phenology · Secondary phloem · Cambial activity · Cold hardiness

Journal of Plant Growth Regulation
https://doi.org/10.1007/s00344-019-10051-w

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Síntomas de heladas invernales en el viñedo y consejos al productor

Es una idea generalizada que las heladas más dañinas son las que ocurren en la primavera, luego de la brotación de la vid. Es verdad que estas heladas pueden causar graves pérdidas de producción en la temporada en curso. Pero también hay que reconocer que cuando los daños se dan a nivel de planta, en sus tejidos permanentes, se afecta la sustentabilidad del viñedo y la producción por más de una temporada. Esta nota se trata de las subestimadas y mal evaluadas heladas invernales en nuestros viñedos.

Si bien la planta de vid es originaria de zonas templadas (con 4 estaciones bien marcadas) y tiene diferentes mecanismos fisico-químicos para protegerse de los momentos más desfavorables el año, no siempre puede resistir los desafíos que le propone el ambiente. En otoño, invierno, e incluso en los primeros días de la primavera, heladas de distinta magnitud pueden afectar los tejidos permanentes de la vid, especialmente en plantaciones jóvenes (en general con menos de 3 «verdes» en campo).

Entre los tejidos permanentes más sensibles de la planta de vid se encuentra el floema. Este es un tejido conductor de azúcares (la energía de las células) que tiene un rol fundamental en la salida de la dormición y brotación. Esto se debe a que la vid pierde las hojas en el otoño y todo la energía «inicial» proviene de lo que la planta acumuló en el ciclo anterior. Al momento de brotar la planta necesita que su floema esté sano para transportar esta energía a las yemas y así brotar. Cuando este tejido se daña en el invierno la planta manifiesta el varieté de síntomas que se pueden observar en el campo recién luego de la época de brotación. Ojo! Antes no se ve nada extraño a simple vista.

Tal vez surja la pregunta: ¿estos daños son comunes en un viñedo de Argentina? La respuesta sería que depende del año, de la zona, o incluso del cuartel de una propiedad. La mayoría de los años detecto cierta superficie afectada, pero en el 2019 las heladas invernales han «pegado fuerte». He visto viñedos con hasta 50 % de plantas afectadas en este año. Estos síntomas se ven especialmente en Mendoza, lo que no excluye de estos daños a otras zonas vitivinícolas de la Argentina. Me falta seguir recorriendo viñedos para completar el panorama.

Los daños invernales suelen ocurrir en cargadores/brazos o en troncos. ¿Se pueden dañar las yemas? También, pero sería un caso extremo, ya que las yemas mientras estén cerradas pueden resistir más que el floema.

¿Cuales son los síntomas más obvios?

Los síntomas más «leves» se dan cuando ha sucedido un daño parcial en la zona alta de la planta, ya sea en brazos o cargadores, donde según la intensidad puede existir una recuperación de la planta. Tal vez, no alcance a madurar la uva pero por lo menos queda madera de poda.

Brotación despareja, incluso dentro de una misma planta. Se ve un «atraso» en la brotación o yemas «ciegas». Al fondo algunas plantas sanas.

Un síntoma más severo se observa cuando se daña en el tronco de la planta. Esto lleva a una escasa y débil brotación que se traduce en mayores daños productivos. En estos casos, la respuesta de la planta es producir «chupones» desde abajo de la zona de daño. La solución puede ser reformar la planta, si es que la planta es a pie franco. Una situación más compleja se da cuando la planta es injertada.

Por último, puede ocurrir que la planta muera a nivel del cuello pero no rebrote, lo que conlleva a un problema mayor ya que hay que hacer la reposición (ya sea a través del replante o amugronado).

¿Qué se puede hacer? ¿Cuales son las medidas precautorias?

  • Evitar el uso de polainas durante la estación de dormición. Si bien son muy útiles durante la estación de crecimiento, durante el invierno puede disminuir la resistencia al frío de las plantas.
  • Generar las condiciones de cultivo para que la planta llegue «bien agostada» al otoño. Maximizar las reservas mejoran la resistencia.
  • Ser paciente. No apurar a las plantas. Evitar los crecimientos muy acelerados, especialmente si ya tenemos daños previos en la propiedad en cuestión. Evitar exceso de nitrógeno.
  • Medir temperaturas a nivel de cultivo. Sin información, vamos a ciegas. Reconozco la utilidad de las casillas meteorológicas estándar, pero en este caso de microclima a nivel de cultivo su utilidad es mínima, o incluso pueden llevar a cometer errores de interpretación. Las diferencias de temperatura entre casilla y planta pueden llegar a los 5 °C (siendo menores en el cultivo). Siempre recomiendo medir durante el invierno a nivel del cuello de las plantas y a partir de que hinchan las yemas medir al nivel de los brazos o cargadores.

Luego hay más. Heladas que pueden ocurrir en las yemas abriéndose y las que directamente ocurren cuando los brotes ya están extendidos. Pero será tema de futuras notas.

Como siempre espero que esta información sea de utilidad.

El pingüinito, a part of Argentinas wine history

These peculiar ceramic penguins which visitors to Buenos Aires often see in restaurants across the city have been used by Argentines now for almost a century. The origin of the “Penguin” is believed to have arrived with the mass Italian immigration on the 1930’s along with a boom in the local production of wine and the need to create a receptacle of practical size.

The large wineries of the interior (Mendoza, Rioja, San Juan) began to transfer wine in bulk to the cities and big consumption areas, to be marketed in various sizes of packaging and in general that task was done by the owners of the “Cantinas”, “Pulperías” or wine sellers. Often the wines were adulterated or blended and quality was not a big concern at the time. Quantity and speed of of getting the product to market was their main priority. The most common receptacle used for storage at wholesalers or restaurants at the time were huge glass bottles called “Damajuanas” often holding over 20 liters of liquid (around 5 gallons) but with no specific measurement and scarcely any labeling but when the waiter had to serve wine to his customers he needed a smaller jar to place on the table. This is how this funny animal appeared across Athe country and was used extensively in shops and also in Argentinian homes especially between the 1950’s and the 1970’s. Some may say that the shape of it was useful so as to pour the wine easily and freely through the beak and at the same time it was easy to refill for the next use. On top of that it looked nice as well! The original ones were of a liter but now we find them in many shapes and sizes.

After a law was sanctioned to standardize wine measurements, the industry had to adjust the bottle to one of 750ml, also the label and packaging of the product. At the start of the 21st century, a new period of the visual aspect and packaging became a very important part of the wine industry, also the production of different varieties and better quality. The wineries needed to present the bottles in an elegant way to add value. All the activities related to wine became trendy, like wine tours, or eating in exclusive boutique wineries combined with high end cuisine. Leaving behind the tradition of drinking wine for the more simple pleasures that it entails.

This is where the “once famous penguin” went out of fashion.

Fortunately, as happens in many aspects of life, trends come and go. And now we find the penguin once again on the tables of restaurants and also in bars across the country. Today they are often still filled with wine from Damajuanas or wine boxes but unlike the cheap wines of 50 years ago, it is of a much better quality and at a good price too. So, next time to your some wine to accompany your meal don’t let fancy labels and clever marketing influence your taste buds, order a penguin and rely on your own senses to determine how much you truly really enjoy that authentic Argentine wine.

fuente: https://parrillatour.com/el-pinguinito-a-part-of-argentinas-wine-history/ de http://www.frangonzalezantivilo.com

Descobajado en pie

Racimo después del paso de la cosechadora mecánica.

Vino en Sudamérica: Cuarta región, Chile

Como ya he comentado en otras notas de la serie «vino en Sudamérica», las vides dan lo mejor de si en diferentes lugares, con distintos regímenes climáticos y con la mano crucial de los técnicos de la industria que entienden al producto, ya sea uva o vino, de una manera única y regional. Así, al visitar el continente podremos encontrar grandes sorpresas y novedades surgidas de este cultivo. En la nota de hoy, una zona cálida al norte de Chile, la cuarta región.

La región de Coquimbo (entre los 29° y 32° lat S), más conocida como cuarta región (también llamada zona de los «valles transversales) está compuesta por tres provincias vitivinícolas: Choapa, Limarí y Elqui. Estos valles presentan un clima semiárido, con precipitaciones inferiores a los 100 mm como media anual. En esos se encuentra una gran diversidad de vegetación nativa, como así también, cultivos bajo regadío. Es por ello que la región cuenta con varios diques que sirven de reservorio del tan preciado deshielo.

Las planicies son escasas y por lo tanto se han tenido que ajustar saberes y técnicas especificas para la producción en laderas de los cerros con fuertes pendientes. Una de las principales y más desarrolladas tecnologías que permiten el cultivo en esta regioń es el riego por goteo. Otra de las características de la zona es que los vientos soplan con fuerza y pueden afectar la cantidad y calidad de las frutas, por lo que es común ver «cortinas rompeviento» en estos valles. Además, es una zona con una alta heliofanía y temperaturas diurnas elevadas.

Acá, en la cuarta región, se pueden encontrar grandes extensiones cultivadas con paltos, cítricos y vid. Si bien la zona, no goza de la fama y la concentración de bodegas como sucede en los valles más fríos de Chile (como por ejemplo Valle de Casablanca), esta región cuenta con una característica distintiva: es una zona diversificada. Allí se puede encontrar uva para vino, para mesa y uva para pisco, lo cual convierte a la región en un interesante paseo para cualquier amante del cultivo de vid y de sus productos.

En cuanto al vino, es una zona con buena capacidad para madurar variedades tintas, sin embargo, las bodegas no son muchas. Uno de los referentes productores de la región es la Bodega Cavas del Valle ubicada en la provincia de Elqui, en la localidad de Paihuano. A unos 90 km de La Serena, tomando la ruta de «las estrellas» se llega a una antigua casona, hoy refuncionalizada como bodega, cuya variedad estelar es la Syrah.

 

Sin embargo, la región es más bien conocida por otro producto de la uva: el pisco. Las variedades tradicionales con las cuales se produce esta bebida son blancas y suelen cultivarse en parronal (o parral) ya que se busca varias toneladas de producción. Así, las variedades más cultivadas son las Moscatel de Alejandría y Pedro Jimenez.

Luego de la producción del vino base, es necesario hacer la destilación para obtener el pisco. En la cuarta región se pueden encontrar conviviendo grandes y pequeñas pisqueras. Entre los grandes competidores se encuentran los conocidos Pisco Capel, Pisco Mistral, Illapel y Mal Paso. Sin embargo, también tienen su lugar histórico y comercial fundos e instalaciones de menor escala como son las pisqueras Fundo Los Nichos o Aviador, solo por dar un par de ejemplos.

Historia y actualidad en Fundo Los Nichos

En cuanto a la uva de mesa, esta región considerada «de primicia», ya que la maduración es anticipada con respecto a otras zonas y puede llegar ante a los mercados. Aquí se cultivan uvas blancas tempranas como Perlette, Prime y Superior en blancas y Flame Seedless en el caso de las rojas o tintas.

Para finalizar este corto viaje por otra región vitivinícolas de sudamérica es necesario resaltar el trabajo del INIA Intihuasi cuyas investigaciones dan soporte a la vitivinicultura de la región. El instituto, enclavado en la población de Vicuña, destina gran parte de sus recursos al estudio de la vid desde aspectos de fisiológico, manejo e incluso genéticos. Además, cuenta con el banco de germoplasma base de especies nativas de Chile, lo que lo convierte en un aliado estratégico de la vegetación silvestre y cultivada de la región.

Como siempre espero que haya disfrutado este corto viaje conmigo. Salud!

Vino en Sudamérica: Colonia Caroya (Córdoba, Argentina). Bodega Terra Camiare

En la nota de hoy, otra zona productora de vinos en la Argentina. La escala no es grande, pero la historia si. Colonia Caroya, un pueblo de inmigrantes al norte de la capital cordobesa, donde la producción de vinos, quesos y fiambres han sido ejes económicos de la región. La bodega presentada es Terra Camiare.

Colonia Caroya, un pueblo fundado hace más de 100 años, se encuentra a unos 50 km de la capital de la provincia de Córdoba. La fundación estuvo a cargo de inmigrantes, en su mayoría italianos, a los cuales se les concedio parcelas de tierra para el autoabastecimiento ya que muchos de ellos era diestros en actividades rurales. Rápidamente estos nuevos habitantes se organizaron y fundaron cooperativas de diversos alimentos, entre ellos, vino.

Los colonos fueron principalmente comenzaron a cultivar Vitis labrusca (variedad Isabella), una vid americana bastante resistente a las enfermedades causadas por las lluvias. A estas uvas se las conoce como «chinche» o «frambua» y los vinos que se elaboraban eran tradicionalmente abocados (algo dulces).

En el pasado la actividad vitícola fue muy importante para el desarrollo económico de la región. Sin embargo con el correr del siglo pasado las vides fueron perdiendo terreno y quedaron reducidas a cerca de solo 100 ha.

Sin embargo, desde hace un tiempo, los productores locales han re-invertido y se han modernizado para elaborar nuevos estilos de vino, más ajustados a los consumidores actuales. Un caso destacable de esta nueva propuesta es la bodega Terra Camiare, cuyo nombre significa Tierra de Comechingones, que eran los habitantes originarios de la región.

Terra Camiare es un proyecto refundado en las instalaciones de una antigua bodega, y que poco a poco la van modernizando. Además de las nuevas vasijas, ya que en un principio se fermentaba en piletas de concreto y hoy comparten este proceso con vasijas de acero inoxidable, también se implantaron variedades de vid europea como Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot.

La finca, con suelos profundos y con lluvias estivales, desafía a los técnicos de Terra Camiare a controlar el vigor y la sanidad de las vides. Así algunas variedades se han plantado con un sistema de conducción simple como el espaldero, mientras que otro sector de la finca cuenta con un sistema de canopia dividida llamado Lira (poco usual en la Argentina).

Como la mayoría de los proyectos vitivinícolas de Córdoba, han dedicado grandes esfuerzos a la recuperación de la actividad pero consociado a un sistema turístico para que la experiencia sea más completa. Una hermosa cava de degustaciones y un restorant permiten al visitante disfrutar de una excelente experiencia sensorial.

Salud!

Vino en Sudamérica: Valle de Traslasierra (Córdoba, Argentina). Bodega San Javier

Si bien la viticultura argentina actual se encuentra concentrada en la región de Cuyo, desde hace aproximadamente 20 años se empezaron a recuperar zonas productoras de antaño que por diversos motivos interrumpieron la producción. Así, han resurgido viñedos y bodegas en diversos puntos del país como Entre Ríos, Buenos Aires y Córdoba, solo por dar unos ejemplos. En estas zonas «nuevas» las características agro-ecológicas y comerciales están definiendo nuevos esquemas productivos. En la nota de hoy, un excelente ejemplo de esta nueva tendencia: Bodega San Javier en el Valle de Traslasierra.

La provincia de Córdoba, el centro geográfico de la Argentina, está experimentando el resurgimiento de distintas zonas productoras de vid. Hay bodegas y viñedos en diferentes puntos de la provincia como son Calamuchita, Colonia Caroya, y en el valle de Traslasierra, todos con condiciones agroclimáticas diferentes. Sin embargo, el esquema productivo se parece: propiedades cercanas a las 5 ha, en su mayoría con elaboración propia, venta de sus productos en la propiedad y con un fuerte enfoque turístico.

Saliendo de la capital cordobesa hacia el sur oeste, después de unas dos horas que lleva atravesar las cumbres (con una altura mayor a los 2000 msnm) se llega a Traslasierra. Allí se encuentra el valle de San Javier de suelos profundos, unas precipitaciones estivales que alcanzan los 500 mm y una abundante vegetación nativa. Estas características brindan un paisaje novedoso y cautivante para el cultivo de la vid, con muchos desafíos pero también con un alto potencial de desarrollo zonal, no solo por la producción de la uva, sino también del olivo y otras especies aromáticas.

Una angosta ruta meandrosa te lleva por pequeños y pintorescos pueblos enclavados en el valle hasta llegar a la Bodega San Javier. Allí nos encontramos de frente con la fachada de la pequeña bodega, que además cuenta con un hospedaje. Al fondo de la propiedad se encuentran los viñedos, que son cultivados con bases de la cultura orgánica y la biodinámia.

La finca de este sistema productivo-turístico cuenta con unas 2 ha, pero además los propietarios poseen otra finca cercana de un par de ha más. Allí crece el Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot que luego se elaboran como varietales. Sin embargo, el enólogo destina cierta parte distinguida de la producción para la elaboración de cortes. A su vez, un porcentaje de la producción es destinada a la guarda en barricas de roble.

Conocer la bodega es un breve viaje a Europa. Pequeña, trabajada, estéticamente cálida y familiar. La organización de la bodega permite al visitante percibir los quehaceres del enólogo, ya que la zona de elaboración cuenta con los tanques de fermentación y un completo laboratorio de rutina. Unos metros más allá se encuentra el sector de fraccionado y la oficina. Todo en una disposición de «loft».

La guarda de los vinos se realiza un nivel más abajo, en una cava de ladrillos vistos donde también se encuentran las barricas donde descansa el futuro vino reserva.

En resumen, quién quiera conocer otra forma de entender la vid y el vino, rodearse de naturaleza y probar vinos de «nuevos» terroir, tendrá una visita obligada a la bodega San Javier. Es una experiencia con muchos matices.

Salud!

¿Qué es un sarmiento de vid y cuál es su importancia para la vitivinicultura?

Mi última nota para el blog de la bodega Borderío. Pasar para conocer:

https://blog.borderio.com/que-es-un-sarmiento-de-vid-vinos/

Cuando uno empieza a participar de catas de vinos y rondas de enófilos, como así también a leer sobre vides y viñas, seguramente escuchará o leerá palabras raras. Muchas provienen de la jerga y otras son más bien técnicas, pero al fin y al cabo no son fáciles de relacionar con lo que tenemos en nuestra copa de vino. En la nota de hoy, trataremos de dilucidar algunas de ellas, empezando por lo que sucede en la vida de un brote de vid, desde sus comienzos en “pámpano” o su cierre de ciclo en “sarmiento”.

Si nos ponemos en botánicos diremos que la planta de vid es una liana, enredadera, perenne, originaria de zonas templada (es decir, con estaciones bien marcadas). Esto tiene unas implicancias biológicas enormes, ya que la planta puede crecer y dar frutos en parte del año, pero luego tienen que soportar las condiciones del riguroso invierno. Así, su ciclo se divide en dos etapas, la de crecimiento y la de dormición. Un dato curioso es que estas dos etapas tienen una duración prácticamente similar. La etapa de crecimiento ocurre desde septiembre-octubre hasta marzo-abril (dependiendo del lugar), mientras que el resto de los meses tiene lugar la otra etapa, la de dormición.

Con los calores y el riego, esas yemas invernales (que están bien acorazadas y preparadas para el frío), se despiertan, “rompen”, se abren y dan luz a nos nuevos brotes que son tiernos y verdes. A estos brotes se los llama pámpanos (del latín pampĭnus, de la cual también deriva la palabra del español “despampanante”). Estos brotes son verdes, están muy hidratados, y crecen rápido. Al poco de suceder la brotación aparecen los racimos de flores que luego de la polinización comienzan a convertirse en los futuros granos (botánicamente se llaman bayas). Pero luego con la llegada del verano, poco a poco, junto con la maduración de los racimos se empiezan a acortar los días y disminuyen las temperaturas, lo cual es una señal inequívoca que el invierno se aproxima.

Pámpanos

Por esto, la vid desarrolló diferentes estrategias para sobrevivir a las peores condiciones del ambiente. Una de los primeros cambios es que los brotes verdes, los pámpanos, ya no crecen tan vigorosamente, y poco a poco (desde abajo hacia arriba) empiezan a cambiar de color y textura. Se endurecen y amarronan debido a cambios físicos y químicos en sus tejidos. Este es un proceso que en la jerga de la viña se llama “agostamiento” debido a que sucede en agosto en el Hemisferio Norte, pero en el sur sucede aproximadamente desde febrero. Además las hojas comienzan a migrar parte de su contenido hacia estos brotes marrones como una medida de evitar “perder” ese material cuando las hojas se caigan. Estos tejidos más duros, marrones, deshidratados y con acumulación de reservas se llaman sarmientos.

sarmientos
Sarmientos

Para resumir la idea, y dejarla bien explicada: un pámpano o un sarmiento son el mismo brote, pero en distintas etapas del ciclo de la vid. Al comenzar su año la vid brota y larga pámpanos, y a medida que el ciclo pasa ocurren cambios físicos y químicos que le dan un carácter más robusto y acorazado, y se les asigna el nombre de sarmiento.

Nota final: a los pámpanos también se les suele llamar brotes o sarmientos verdes, y a los sarmientos también cañas. Ya sea que le digamos pámpanos o sarmientos, siempre traen racimos, que en definitiva es lo que nos importan a los que queremos disfrutar del vino. En la planta de vid también hay otros brotes que tienen el mismo ciclo pero que se llaman “chupones” y “feminelas”, y que poca uva son de dar. Pero eso será tema de la próxima nota.

pámpano sobre sarmiento
Pámpano sobre sarmiento

Dormición y resistencia al frío en vegetales – Clase

Comparto mi clase de dormición y resistencia al frío en vegetales dictada para la cátedra de fisiología vegetal de la carrera de ingeniería agronómica.

La clase está enfocada hacia los principales aspectos relacionados a las estrategias de supervivencia de los vegetales a las condiciones ambientales desfavorables para el crecimiento. Así, la mayoría de los vegetales de zonas templadas tienen una estación de crecimiento en la cual producen hojas y frutos, y otra estación de casi igual periodo en las cuales entran en dormición por lo cual sus tejidos se endurecen y el crecimiento se detiene.

Link acá

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